La capital húngara es una de las grandes joyas de Europa del Este y en realidad está formada por dos ciudades, Buda y Pest, separadas por el caudaloso río Danubio
Budapest compite con Praga por la distinción de la capital más bella de los países de Europa del Este. Se trata de una ciudad que invita a navegar y a caminar y que es ideal para recorrer en un fin de semana largo. Es una de las mejores escapadas que ofrece el continente y, pese a un clima riguroso, la sana costumbre de los baños termales invita a zambullirse al aire libre incluso cuando la temperatura ambiental es invernal o primaveral.
Las calles de la capital de Hungría muestran el esplendor de la última etapa del imperio de los Habsburgo, con edificios neoclásicos majestuosos como el teatro de la Ópera, del que cuentan que provocó los celos del emperador Francisco José I porque competía en belleza con el de Viena.
Budapest también es una historia de éxito para superar la herencia artística y urbanística del régimen comunista de la segunda mitad del siglo XX. El Danubio divide la capital en sus dos mitades, pues en realidad es la unión de dos ciudades, Buda y Pest, una en cada orilla del caudaloso río. Así que, apunta, estos son los lugares imprescindibles que debes visitar, si quieres descubrir Budapest en una escapada de dos o tres días:
Buda y el bastión de los pescadores
Las dos ciudades integradas en Budapest se retroalimentan. Cada una se convierte en la mejor plataforma para ver la otra. La vista más imponente del Parlamento, en Pest, por ejemplo, se obtiene desde Buda, una colina con una suave pendiente que es una caminata excelente y no demasiado exigente. Como la ciudad nueva creció alrededor de Pest, lo más probable es que tu hotel esté en esa orilla y para llegar a Buda tendrás que cruzar el Danubio. Pero la ruta hasta el castillo vale la pena. Se puede llegar hasta el antiguo palacio real, fácilmente reconocible por su cúpula verde, en funicular y esa es una de las experiencias que no debes perderte.
La otra es dejarte embelesar por los paisajes y disfrutar sin prisa en alguna de las terrazas panorámicas de la colina, donde puedes visitar la Galería nacional o el Museo de Historia de la ciudad. Budapest es muy hermosa y escultural y tienes que tomarte tu tiempo para asimilarla. Sin duda, el mirador más privilegiado es el del Bastión de los Pescadores (Halászbástya en idioma local), construido en estilo neorrománico para celebrar el milenio de Budapest en 1896 sobre el lugar donde antes había la lonja de pescado. Las torretas representan a los líderes tribales magiares originales que solían encontrarse allí.
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Pest y la ciudad nueva
Dicen que la actual sede del poder legislativo húngaro es el segundo parlamento más grande de Europa y, vista su inmensidad desde Buda, te lo creerás. Pero esta joya de la escuela neogótica vienesa bien merece ser el inicio del recorrido por Pest. Construido entre 1884 y 1902, una visita al Parlamento (Országház) debe incluir las joyas de la corona, que todavía son custodiadas, y ver sus fachadas desde la plaza Kossuth y desde el paseo fluvial.
Otra parada en la ruta por Pest es la neoclásica Basílica de San Esteban, famosa por la reliquia de la mano derecha momificada de este santo al que se considera el fundador de Hungría. Una buena forma de desplazarse por Pest es en tranvía y el número 2 recorre la orilla del Danubio y lleva a uno de los monumentos más emotivos, los Zapatos, un memorial a las víctimas del holocausto, que también sufrió la comunidad judía en Budapest. Otros sitios recomendables son el neogótico Gran Mercado y el distrito VII para disfrutar de los murales que pintores locales han elaborado para reflejar episodios de la historia húngara, curiosidades como la invención del cubo de Rubik o efemérides como el partido de fútbol que Hungría ganó a Inglaterra en Wembley en 1953.
Desde la parte antigua de Pest, contigua al Danubio, se formó la ciudad nueva, que se articuló a través de la elegante Avenida Andrássy, donde se encuentra la majestuosa ópera, también de estilo neoclásico. Los tres kilómetros de la avenida conducen al City Park, otra de las atracciones de la ciudad, una zona verde monumental que en los últimos años ha sido reconvertida en una especie de barrio de los museos. En City Park hay que destacar la Casa de la Música con la integración de arquitectura y naturaleza del arquitecto japonés Sou Fujimoto. Y también la plaza de los héroes, que por nombre y grandiosidad suena a legado de la época soviética, pero nada que ver. Al contrario, fue el epicentro de las manifestaciones que en 1989 acabaron con el régimen comunista. La plaza, reconocible por su columnata, fue otro regalo de la ciudad para celebrar el milenio que reivindica a los mártires de la revolución húngara de 1848. Tanto la plaza como la avenida han sido declaradas patrimonio de la humanidad por la Unesco.
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El gran Danubio
Budapest vive por y para el Danubio. Y eso se refleja en la cantidad de opciones de ocio y turismo disponibles. Solo hay que acercarse a los muelles para descubrir la oferta de cruceros de día para navegar a lo largo del gran río y también de noche, ya sea para apuntarse a una degustación de vinos, a una cena romántica o a un paseo en un barco-discoteca.
Los grandes edificios de Budapest fueron levantados en las orillas del Danubio, que se sortea gracias a los puentes. Los más destacados son Széchenyi Landi (Puente de la cadena), y Margit Híd (Puente de Margarita), de aires parisinos y que da acceso peatonal a la isla Margarita, un oasis de naturaleza sin apenas coches y autobuses, ideal para recorrer a pie o en bicicleta o para practicar deporte.
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La tradición de los baños
El suelo de Budapest fue bendecido con más de un centenar de aguas termales y los romanos fueron los primeros en sacarle provecho. Desde finales del siglo XIX la ciudad magiar ha creado una potente oferta de baños de aguas calientes que tienen propiedades medicinales. La temperatura no baja de los 35 grados, así que es una actividad ideal durante todo el año, aunque haga frío en el exterior. Hay hasta 9 baños termales en la capital húngara que ofrecen remojones curativos, saunas, masajes y diferentes tratamientos y los más famosos deslumbran también por su arquitectura.
Los más conocidos son el Széchnyi Spa de estilo neoclásico, el modernista Gellert Spa y los Rudas, de estilo otomano, vistas al Danubio y en funcionamiento desde la época medieval. ¿Suena tentador? A los húngaros, país de grandes nadadores incluidos algunos campeones olímpicos, les seduce y pasan horas en las piscinas calientes hablando, nadando o jugando a sus pasatiempos favoritos como el ajedrez. Así que mejor reservar. Con internet es más fácil y esta es una experiencia muy típica de Budapest. Pocas ciudades del mundo ofrecen una diversión similar.
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Goulash y otras tentaciones
La gastronomía húngara no es de las más renombradas de Europa, pero Budapest conserva tradiciones de guisos y dulces heredados de la época imperial que agradecerás durante tu escapada.
- El goulash: o gulyás en húngaro. Es el plato típico del país y consiste en una sopa de patatas, verduras y carne de ternera condimentada con pimentón y otras especias. Existe una variante menos caldosa, más parecida a un guiso que a una sopa. Otra receta deliciosa es el paprikás csirke, un pollo con crema de pimentón y tejfol (crema agria) con guarnición de ñoquis.
- Gerbeaud: la pastelería más famosa de Budapest y no tiene que envidiar nada a las más prestigiosas de Viena. Los emperadores también probaban los dulces de este clásico en el centro histórico de Pest, en la plaza Vörösmarty tér, cerca del museo Madame Tussauds.
- Café New York Palace: sigue siendo un esplendoroso recuerdo de la época imperial, ahora reconvertido en un hotel de cinco estrellas donde todavía se puede degustar un buen café en un escenario de elegancia barroca.
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Conclusión
Budapest debe figurar en la agenda de los viajeros que buscan escapadas por Europa en las que puedan combinar paseos románticos, arquitectura majestuosa y diversiones únicas como los baños termales. La capital húngara es una invitación permanente a descubrir rincones ocultos y tradiciones que sobrevivieron a siglos de dominio imperial y décadas de régimen comunista.