Aunque empieza a llegar el frío, es una gran época para descubrir la capital sueca, que renueva su paleta de colores vivos y mantiene una gran oferta cultural y de patrimonio histórico en un paraje de islas muy pintoresco
Cuando llega el otoño, el frío en Estocolmo aún es soportable y la luz solar todavía no ha iniciado su retirada invernal. Las fachadas antiguas de la capital sueca lucen sus colores vivos y la gente sigue reuniéndose en las terrazas, si hace falta con mantas sobre las faldas y calefacción al pie de las mesas. El café está omnipresente y los parques y jardines empiezan a mudar del verde a los rojos y ocres. La ciudad alegre, limpia y ordenada merece una visita en otoño, sin duda.
Estocolmo es única en muchos sentidos. Es una ciudad asentada en un archipiélago y eso quiere decir que los puentes que conectan las islas son como las avenidas principales y que, como se puede deducir, vale la pena subirse a uno de los múltiples barcos turísticos que permitirán descubrirla mejor. La capital de Suecia también es singular por tener un parque nacional -un refugio de la naturaleza dentro del espacio urbano-, disponer un museo al aire libre y una red de metro que atesora auténticas obras de arte. Y por muchas cosas más que cada visitante tiene que explorar. Te apuntamos las seis rutas imprescindibles de una visita a Estocolmo.
1. El encanto de Gamla Stan
Empezamos por la parte antigua, donde se originó la ciudad en el siglo XII, en la isla de Stadsholmen. Es el barrio más pintoresco y famoso de Estocolmo, con sus calles empedradas y sus edificios amarillos y de otros colores llamativos con la luz del sol intensa del norte. Es el lugar por el que tienes que pasear y detenerte en sus cafeterías y tiendas de artesanía, admirar las casas medievales que pertenecieron a la nobleza sueca y disfrutar de los monumentos y museos. Stortorget es la plaza principal del casco viejo, y seguramente la más bonita, y entre sus edificios destaca la antigua sede de la Bolsa, ahora ocupada por el Museo de los Premios Nobel, que cada año se otorgan en la capital sueca (excepto el de la Paz, que se concede en Oslo). En Gamla Stan también se encuentra la catedral de San Nicolás, del siglo XIII y famosa por su escultura en madera de San Jorge y el dragón.
Muy cerca de la catedral, conocida por los suecos con el nombre de Storkyrkan (la gran iglesia), se halla el Palacio Real, la residencia oficial de los reyes de Suecia y una joya barroca con más de 600 habitaciones que ahora también acoge oficinas gubernamentales. El Kungligga Slottet fue reconstruido tras un devastador incendio en 1687. Del antiguo palacio The Kronor solo se salvó el ala norte y son visitables junto al museo dedicado al mismo. El Palacio Real también ofrece un recorrido por los Aposentos Reales, el Tesoro y la Capilla Reales y el Museo de las Antigüedades. ¡No te pierdas el cambio de guardia! Consulta los horarios pues varía los días laborales y los fines de semana. En octubre también se puede disfrutar del desfile de la guardia real desde el centro de Estocolmo hasta el palacio.
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2. Södermalm y la saga milenio
Los puentes conectan Gamla Stan con la isla de Södermalm, que permite conocer el centro más vanguardista de Estocolmo, donde los oficinistas sorben café durante la pausa conocida como ‘fika’, un rato de desconexión laboral que beneficia la salud mental de los capitalinos. Este distrito también tiene la mayoría de escenarios que la mente del escritor Stieg Larsson, ya fallecido, concibió en su trilogía Millenium, llevada al cine. La redacción de la revista en la que trabaja el periodista Mikael Blomqvist o la casa de la ‘hacker’ Lisbeth Salander se encuentran en este barrio. El otro gran atractivo son las colinas que proporcionan magníficas vistas de todo Estocolmo. Muy recomendable el Museo de Fotografía (Fotografiska).
3. Stadshuset y los premios Nobel
Desde lejos puede parecer otro edificio del austero estilo brutalista, tan típico de los países nórdicos, pero los más de 8 millones de ladrillos rojos que se destinaron para construir el Ayuntamiento de Estocolmo en 1923 se acabaron convirtiendo en la máxima obra de la arquitectura romántica sueca gracias a la inspiración de Ragnar Östberg, que introdujo elementos venecianos y orientales. El Stadshuset, en la isla Kungsholmen, alberga las dependencias municipales de Estocolmo, pero también cuenta con el Salón Azul, donde cada año se celebra el banquete para los premiados con el Nobel, y el Salón Dorado, que contiene mosaicos con episodios de la historia de Suecia. Además, se puede subir al mirador situado a 73 metros de altura.
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4. Los atractivos de Djurgården
Los estocolmenses visitan esta isla para relajarse y desconectar. Y con razón. El Parque Nacional Urbano proporciona kilómetros de senderos de bosque auténtico, con la posibilidad de ver ciervos y otros animales, que te harán olvidar que estás dentro de una ciudad. Pero además cuenta con varios museos y otras atracciones que justifican pasar un día entero. Para empezar, los fans del grupo musical más famoso que ha dado Suecia encontrarán su templo allí. Sí, el Museo ABBA se sitúa cerca de una orilla de Djurgården, con una colección de vestidos, cartas manuscritas y recuerdos de la legendaria banda, que se separó hace cuatro décadas ya. Lo más interesante son las partes interactivas, con la posibilidad de cantar junto a hologramas de los cuatro componentes de uno de los mayores éxitos mundiales de la música pop.
No muy lejos del Museo ABBA existe el particular mundo de Skansen, un espacio al aire libre en el que te sientes como si te hubieran transportado a la Suecia de siglos atrás. Un parque en el que aprender de las tradiciones del país y degustar algunos de sus secretos culinarios. El Skansen tiene la reputación de ser el museo al aire libre más grande del mundo y está acompañado de dos Aquariums y un zoológico. Para acabar la jornada en Djurgården, el museo Vasa muestra los restos casi intactos de un buque de guerra que se hundió en su viaje inaugural en 1628.
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5. Un paseo por Strandvägen
En el barrio de Östermalm, se trata de la avenida principal de Estocolmo que creció gracias a la exposición universal de 1897. La burguesía capitalina se trasladó de Gamla Stan a este distrito en una isla vecina, donde levantó ostentosas residencias como la casa Bünson. La calle, en realidad, es un paseo marítimo que conecta el centro de la ciudad con Djurgården y que se ha convertido en una de las zonas más animadas de la ciudad. En una de las avenidas transversales a Strandvägen se sitúa el Historiska Museet, ideal para descubrir el pasado vikingo de Suecia. A medio camino entre la gran avenida y la ciudad antigua también se descubre el Museo Nacional o de Bellas Artes, con una de las mejores colecciones pictóricas del mundo.
6. El palacio Drottningholm y el metro
En las afueras de Estocolmo, pero lo más parecido a un Versalles que se puede ver en Suecia, aunque de dimensiones más modestas. Es otro palacio de la familia real sueca, que se utiliza como residencia gran parte del año, en un bello paraje frente al lago Mälaren. También es de estilo barroco y sobresale un teatro del siglo XVIII, el Slottsteater, de los pocos conservados de esa época, que todavía se utiliza. Es uno de los tres lugares de la capital sueca que han sido reconocidos como Patrimonio Mundial de la Humanidad.
A no ser que se quiera ir en bicicleta (13 kilómetros), hay que combinar el metro y el bus para llegar hasta Drottningholm y eso sirve para recordar que una de las mejores experiencias que se puede tener en Estocolmo es viajar en metro y deleitarse con las obras de arte de muchas de sus estaciones. La más famosa estación es la de Kungsträdgården, con frescos que reproducen los que había en la malograda mansión Makalös, que se destruyó en un incendio en el siglo XIX. También hay que explorar las paradas T-Centralen y Stadion.
Información práctica:
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Conclusión
Estocolmo es un enjambre de islas con muchas atalayas para tener vistas increíbles sobre este archipiélago que esconde tesoros reales, museos de primera línea mundial y una mezcla única de naturaleza y ciudad. Otoño todavía es una buena época para recorrer la capital sueca, que merece ser descubierta en barco o en metro y que guarda sorpresas como el museo dedicado a la banda musical ABBA.